
Querido “Gran Espíritu”:
No sé el porqué, pero sí sé que esta oración de hoy surgió en mi espíritu. A estas alturas ya sé que cuando esto sucede, es tu voz, el “Gran Espíritu”, la que se mueve dentro de mí. Escucho el dolor y la decepción en su voz mientras examina las condiciones de nuestra vida familiar. Entiendo la frustración en la vibración de su espíritu, cuando ven la devastación y la muerte, ven que algunas familias están experimentando que están más allá de su control. Las familias están tratando de navegar el caos y la destrucción de esta guerra espiritual que está plagando nuestro mundo. Las familias están lidiando con el desplazamiento de sus hogares, familias y comunidades que deberían poder apoyarse mutuamente. Las familias están lidiando con la pérdida de ingresos y empleos que los han llevado a un estado de falta de hogar. Los niños luchan por encontrar formas de ser felices, saludables y completos en este mundo que ha olvidado que deberían ser una prioridad para la humanidad. Estas condiciones han enfurecido y decepcionado al “Gran Espíritu”.
Se nos han dado tantos dones como seres humanos que realmente no deberíamos estar en esta posición. Sin embargo, la mayor preocupación es que aquellas familias que no están experimentando este nivel de devastación, todavía no están funcionando como el “Gran Espíritu” había previsto para nosotros. Aquellos de nosotros que tenemos la suerte de tener una familia intacta tenemos que comprometernos a trabajar intencional y decididamente para proteger y nutrir nuestras relaciones mutuas. Tenemos que recordar que la comunicación es clave para que tengamos relaciones sanas, amorosas y respetuosas.
Tenemos que estar en sintonía con lo que requieren los elementos importantes para esta relación familiar. Tenemos que estar dispuestos a amarnos los unos a los otros incondicionalmente, sin juicio y “ya sabiendo un tipo de escucha que nos impide escucharnos realmente los unos a los otros”. Tenemos que estar abiertos y receptivos los unos a los otros, sabiendo que cada persona de nuestra familia tiene diferentes personalidades y diferentes necesidades emocionales. No podemos permitir que nuestros egos y orgullo den paso a resolver las diferencias y malentendidos que tengamos, nos impidan dejar que nuestro amor mutuo anule cualquier callejón sin salida que amenace la textura del tejido de nuestra relación familiar.
En otras palabras, estamos viviendo en gracia, misericordia y gratitud y cuando ustedes somos afortunados de estar en una familia amorosa, “A los que mucho se les ha dado, mucho se les espera”. No estoy diciendo que estas “familias amorosas” no tengan desafíos, porque los tienen, pero vale la pena el esfuerzo de invertir el uno en el otro. Arraigarnos en estas “Tribus Familiares” con las que hemos sido dotados, hace que nuestra experiencia de vida sea especial y única porque no hay dos familias que tengan el mismo “Plan Maestro Divino” porque están diseñadas, creadas y se les da su propósito de manera diferente. Aférrate a tu familia con todas sus imperfecciones y defectos porque, pase lo que pase, “cada miembro de la familia lleva un pedazo de ti en su linaje”.
¡Ashé! ¡¡Ashé!! Ashé!! ¡¡¡¡Amén!!!!
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