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Debes haber sido “llamado” al servicio de los niños para cuidar, guiar, nutrir, proteger y brindarles oportunidades que les permitan descubrirse a sí mismos y a su mundo.  Esto prepara el escenario para que se desarrollen en los 4 dominios de su ser: Cognitivo, Físico, Social-Emocional y

Me van a ver referirme mucho a estar “Llamados a servir a los niños”, porque es la base sobre la que se funda y se fundamenta su misión como maestro.  Tenemos que tener claro cuáles son nuestras responsabilidades en asegurar, impartir e implementar no solo un currículo que esté “centrado en el niño” y reconozca que cada niño es único y aprende a su manera, sino que lo que hacemos va mucho más allá de lo que se conceptualiza como “enseñanza”.  Estamos creando el ambiente, las técnicas de enseñanza y las diversas modalidades de aprendizaje, pero estamos haciendo algo aún más importante en el desarrollo de un niño.  Estamos enseñando a los niños lo que es ser humano y validando quiénes son en su “identidad divina”.  Debemos guiarlos a través de sus experiencias de aprendizaje diarias.  Debemos fomentar su desarrollo socioemocional. Estamos ahí como sus protectores que se dan cuenta de cómo están respondiendo al medio ambiente y en él.  Debemos asegurarles un ambiente que sea seguro, amoroso y amable. 

Somos responsables de crear un ambiente que cautive su imaginación y amor por el aprendizaje.  Debemos asegurarnos de que el entorno permita que cada niño se sienta dueño y empoderado de lo que aprende y de cómo aprende.  Esto significa que tenemos que ser imaginativos y creativos.  Esto significa que nuestra educación nunca está completa, y que nosotros, como maestros, tenemos la responsabilidad de continuar aprendiendo, no solo académicamente, sino en todas las áreas de nuestra vida para que podamos enriquecer las vidas de los niños a los que servimos.  Tenemos que tener espíritus aventureros.  Tenemos que llegar a la clase con entusiasmo y alegría.  Tenemos que asegurarnos de que estamos “vigilantes” y obtener la historia completa detrás de las interacciones de los niños para que no nos apresuremos a juzgar y etiquetar a los niños.  Tenemos que establecer sistemas de comunicación y arbitraje.  Tenemos que trabajar en su desarrollo de controles internos para que tengan las herramientas necesarias para participar con éxito no solo en el aula, sino en la vida. 

Nunca pienses que el trabajo de un maestro es meterle el currículo académico en la garganta y reza para que puedan regurgitar la información para validar su aprendizaje.  ¡No! ¡No! ¡No! Tenemos la oportunidad de involucrar a los niños en su desarrollo “integral” – Los 4 dominios de su ser: Cognitivo, Físico, Social-Emocional y Espiritual.  No podemos trabajar con o para un niño, hasta que aprendamos de primera mano quién es ese niño y qué necesita para aprender y ser “Completo, saludable y feliz”.  ¡Qué privilegio es ser uno de esos “Siervos Llamados al Servicio de los Niños”!  Si eres llamado, será una vida de plenitud que no se puede expresar con palabras.  Será ir al centro comercial y de repente, un joven o un niño se acerca a ti, te abraza y te dice: “Muchas gracias por ser mi maestro”.  Será un padre que te vea en el supermercado y cuando te reconozca, se sentirá obligado a decirte: “¡Muchas gracias por marcar la diferencia en la vida de mi hijo!”  40+ años después y todavía estoy teniendo la experiencia de mis estudiantes recordando mi contribución a sus vidas.  ¡Mi copa se desborda!  Estoy completo, pero nunca terminé de trabajar en su nombre.