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Querido ‘Gran Espíritu’:

Le pedimos que escuche y responda a nuestra conversación:

Nos damos cuenta de que tenemos la responsabilidad de despertar y no solo reconocer, sino reconocer que podemos ver que lo que está sucediendo en este mundo en este momento no es del “Gran Espíritu”.  Este no es el mundo ni la condición de la humanidad que era la intención de nuestro creador.  No creo en una manifestación física de un supuesto demonio, pero sí sé que hay algunos entre nosotros que están vibrando a un nivel tan bajo y malvado que es una vibración de la que hay que mantenerse alejado.  Cuando estamos despiertos al poder y la divinidad de la expresión de nuestra propia alma, podemos detectar cuando nos encontramos con personas que no están “en el mundo” sino que son “del mundo” y han permitido que la esencia de su alma se vea comprometida por la lujuria de la codicia y el poder y, en consecuencia, sus almas han sido capturadas y manipuladas.  Han perdido su identidad divina. 

Este es el tiempo que nos llama a proteger nuestras almas de las personas de vibración negativa.  Tenemos que proteger nuestra conciencia y llenarnos de cosas que están destinadas a elevar y sostener la belleza y la bondad de nuestras expresiones individuales y colectivas de energía positiva del alma.  No debemos sucumbir a permitir que las condiciones de nuestra agitación social penetren en nuestra capacidad de encontrar alegría, buena salud tanto física como mental.  Debemos rodear a nuestras familias con un amor y un escudo de amor que nos aleje de todo lo que amenace su bienestar.  Podemos elevarnos por encima y a través de la ilusión de esta toma de posesión hostil porque el mal no prevalecerá y, en última instancia, el “Gran Espíritu” se encargará de este lío en el que nos encontramos. 

Esta revelación me golpeó como un volcán cuando vi y escuché que el Papa Francisco había abierto las puertas de la prisión en el marco del Jubileo.  Se habla de que hizo algo sin precedentes en la tradición del Jubileo que tiene lugar cada 25 años y abrió todas las puertas santas de la Basílica de San Pedro.  No sé si esto es cierto, pero sí sé que algo importante está en juego y que tenemos que estar ocupados cuidándonos a nosotros mismos, a nuestra familia y a nuestras comunidades.  Estamos aquí en este momento, en los lugares en los que estamos por una razón, y superaremos esta etapa de nuestras vidas.  ¡Espera!  ¡Espera! Aférrense a la verdad de quiénes somos y por qué elegimos presentarnos en este momento.